La bruja y su hijo: Personajes misteriosos y aterradores de La Reina de las Hadas
La bruja: Una encarnación del mal
En el libro 3 de La Reina de las Hadas, de Edmund Spenser, la bruja es una figura siniestra que encarna el mal y la oscuridad. Sin nombre, es una representación de la clásica bruja de cuento de hadas, capaz de realizar magia negra y atormentar a sus víctimas. Su presencia malévola se cierne sobre la historia, provocando terror y desolación.
La bruja atormenta a Florimell de diversas maneras, enviando una horrible bestia tras ella y utilizando sus poderes oscuros para causar estragos. Su motivación parece ser puramente maliciosa, y su placer es infligir dolor y sufrimiento a los demás.
El hijo de la bruja: Un joven atormentado por el amor
El hijo de la bruja es una figura trágica, atrapado en un mundo de oscuridad y desesperación. Enamorado de Florimell, se ve destrozado cuando cree que ella ha muerto a manos de la bestia de su madre. Su dolor y angustia lo consumen, y se convierte en una sombra de sí mismo.
En un intento de calmar la aflicción de su hijo, la bruja crea una falsa Florimell, una copia exacta de la original. Esta falsa Florimell es entregada al hijo, pero su felicidad es efímera, ya que pronto es arrebatada por Braggadochio.
Un reflejo de la época
La aparición de la bruja y su hijo en La Reina de las Hadas refleja las creencias y temores de la época en que se escribió el poema. En el siglo XVI, las brujas se consideraban seres reales y peligrosos, y su existencia se tomaba muy en serio.
La representación de la bruja como una figura malvada y aterradora refleja la percepción generalizada de las brujas en ese momento, y su papel en la historia sirve para advertir sobre los peligros de la magia negra y la hechicería.