Andrómeda: La princesa encadenada

La belleza que casi la condena
Andrómeda, la hija del rey Cefeo y la reina Casiopea, era conocida por su extraordinaria belleza, tan radiante que su madre no podía evitar jactarse de ella ante todo el mundo. Un día, Casiopea cometió el grave error de afirmar que su hija era incluso más hermosa que las Nereidas, las cincuenta ninfas del mar.
La ira de Poseidón
Tal afirmación enfureció al poderoso dios del mar, Poseidón, quien era un amigo cercano de las Nereidas. Para castigar a los mortales por su arrogancia, Poseidón envió al monstruo marino Cetus a devastar las costas de Etiopía, el reino de Cefeo y Casiopea.
El sacrificio de Andrómeda
Ante la inminente destrucción de su ciudad, el rey Cefeo tomó la difícil decisión de sacrificar a su hija para apaciguar la ira de Poseidón. Andrómeda fue encadenada a una roca, expuesta a la furia del monstruo marino.
La llegada de Perseo
Mientras regresaba triunfante de su misión de matar a Medusa, el héroe Perseo se topó con Andrómeda encadenada a la roca. Al verla, quedó prendado de su belleza y decidió rescatarla.
La batalla contra Cetus
Perseo entabló una feroz batalla contra Cetus, utilizando la cabeza de Medusa para convertir al monstruo en piedra. Con su victoria, salvó a Andrómeda y a la ciudad de Etiopía.
El matrimonio con Perseo
El rey Cefeo, agradecido por la valentía de Perseo, le ofreció la mano de su hija en matrimonio. Perseo aceptó y se casó con Andrómeda, llevándola a su reino en Grecia.
La constelación de Andrómeda
Tras su muerte, Andrómeda fue honrada por la diosa Atenea, quien la colocó en el cielo nocturno como la constelación de Andrómeda. Allí, permanece junto a su madre Casiopea y su amado esposo Perseo, para siempre recordada por su belleza y su trágica historia.